Inició el año pasado una violenta represión contra los activistas que exigían prosperidad económica, y libertades políticas y civiles.
Esto desencadenó un levantamiento nacional y finalmente una guerra civil contra los rebeldes armados, de los cuales muchos habían desertado de las fuerzas armadas. Se calcula que para julio, el conflicto se había cobrado la vida de 17.000 personas, la mayoría civiles, según las Naciones Unidas. Más de 170.000 habían escapado de la nación de Medio Oriente para buscar refugio en países vecinos como Iraq, Turquía y Jordania.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y muchos otros líderes mundiales, han exhortado a al Asad a ceder el poder que su familia ha tenido desde 1970. También impusieron sanciones económicas sobre Siria mientras tratan de encontrar una solución diplomática a la crisis.